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1 de julio de 2010

Debería haber publicado esto antes...

28-J
DÍA del Orgullo Gay.
Y como no puedo ir a ninguna marcha colorida por las atestadas calles de ninguna flamante ciudad, he buscado una manera más personal de celebrar este día. He terminado montando un ciclo de cine lésbico en el ordenador de mi casa. Es discreto, no molesto a nadie si estoy viendo unas películas y es algo que jamás había hecho antes, algo que siquiera me había planteado hacer en un futuro inmediato.
En realidad, este maratón de cine no fue algo premeditado. No me pasé tiempo pensando en qué hacer para conmemorar este día. No me levanté con la idea ondulándose en mi cabeza. Ni mucho menos… Realmente, fue algo tremendamente instintivo. Una cadena de hechos que tuvo lugar en la red. Un artículo me condujo a otro, una película a la siguiente. Ahora, aunque aún me falta una película para clausurar el ciclo, pienso si todo esto no es un raro. El hecho de que las cosas se entrelacen en tan simple armonía, que lo que parecía tremendamente desunido acabe juntándose con tanta facilidad. ¿No hay en ello un poco de misticismo?
Pero no era de eso acerca de lo que pensaba escribir.
Las películas escogidas para ser visionadas en mi humilde pantalla han sido, hasta la fecha: “Lost&Delirious”, “Fucking Amal” y “Loving Annabelle”. Antes de verlas, había recurrido a la opinión de otros espectadores, por lo tanto, estaba al tanto de varias críticas cinematográficas antes de acomodarme en la silla a la espera del primer fotograma. No puedo sino admitir que mi favorita, “la niña de mis ojos” es L&D. Fucking Amal es brillante con todas las letras… Se corresponde perfectamente con el ambiente que se vive en los círculos adolescentes de hoy en día. LA… está muy bien conseguida y todas esas cosas pero no llega a tocarte de la misma manera que las anteriores. ¿Será tal vez por qué relata una relación profesora-alumna? ¿Tal vez por qué me es más fácil imaginar una relación entre dos adolescentes? Probablemente, sea así.
Pero lo que más me llamó la atención fue las ganas que parecían tener todos directores por evadir la palabra lesbiana. Todos trataban el tema con absoluta delicadeza, dando a entender que existía amor entre las dos mujeres pero nunca usando la palabra lesbiana. Las películas defendían la política de no etiquetar a la gente, de que cada uno vive lo que siente… Y entonces, mi cerebro empezó a funcionar. Levántate de la silla, busca en la estantería cualquier película romántica donde haya una relación hetero. Pregúntale a tu cabeza qué responderían los personajes si les preguntarán acerca de su relación. ¿Tendrían algún problema los guionistas para escribir una contestación así: “Somos hetero”? ¿O, por el contrario, escribirían algo como: “Nosotros sólo vivimos lo que sentimos. Nos queremos.”? Jamás.
NO. NO JODER. NO.
Cualquier personaje hetero de cine o literatura (sobretodo en cine) acostumbra a fijarse en más de uno de los miembros del sexo opuesto. No acostumbra a decir: “No me gustan las etiquetas. Yo sólo amo a esa persona”. Sin embargo en multitud de historias homosexuales, se recurre al viejo argumento de crear un amor idílico entre dos mujeres y que, aunque su relación sea lesbiana, ellas no se consideren como tal porque sólo sienten atracción entre ellas.
No me malinterpreten, no me posiciono en contra de quien reniega de las etiquetas y vive lo que siente. Sólo reflexiono acerca de por qué la frase: “Odio las etiquetas. Hago lo que mis sentimientos me dictan”, no aparece en las relaciones hetero.
A veces siento esa frase como una excusa. No cuando la pronuncia una persona REAL, sino cuando la industria del cine, la música, la literatura, la usa. La siento como una manera de excusar los sentimientos. Para que sea más fácil rodear una película, producir una canción o escribir un libro. Al fin y al cabo, si alguien pregunta: "¿Pero son lesbianas o no?", es muy sencillo y menos conflictivo responder: “Tan sólo viven sus sentimientos”.
Es posible que el error esté en mí. No obstante, me gustaría, de la misma manera que la vida real hay gente que reniega de las etiquetas y, al contrario, quien las usa sin darle importancia, que la haya también en los mundos ficticios. ¿Una petición un tanto extraña? Maybe. Es más, ahora que releo el texto, veo que ni yo misma sé lo que digo y que todo está desordenado y mal expresado. Creo que el texto da lugar a malas interpretaciones y discusiones. Pero si no lo digo, reviento. Porque… ¿hola? Yo soy feliz con mi etiqueta. Porque no la siento como tal. Y, en mi opinión, el asunto reside ahí: En si sientes la etiqueta como un peso o no. Como un inconveniente o no.
Bueno, no tiene importancia, esto no ha sido más que un lapsus. Siquiera sé lo que digo.

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