Skinpress Demo Rss

30 de julio de 2010

Día 1

HA pasado un día desde entonces. Han transcurrido 24 horas desde que mi propia plaga de pirañas me despojara de mi corazón, mi alma, mi sonrisa, mi sentido del humor, mi concentración, mi euforia. El dolor me tomó sin permiso, me torturó de todas las maneras que conocía cuan alma condenada en las llamas de un infierno terrenal y luego, una vez se hubo divertido suficiente, tiró mis restos en una cuneta. Ahora sólo tengo miedo de que regrese. Miedo de hundirme, de perder las ganas otra vez, de siquiera sonreír cuando los demás se vuelcan para animarme.

Yo estoy bien. Creo. Al menos en parte. De todas formas, soy demasiado cobarde como para enfrentarme a todos como si nada ocurriera. Pero estoy bien. Al fin y al cabo, el problema es mío. Por confiar, por tomar cariño, por “elegir malas amistades” como tú dijiste. Si fuera inteligente no te habría tomado estima, ni me habría acercado a ti ni a nadie, me habría mantenido en mi burbuja. Un lugar donde, por cierto, se vive muy bien siempre y cuando el resto del mundo no se entrometa. Si fuera práctica, no le daría tanta importancia a esto. Habría continuado con mi viaje, caminando con la misma fuerza y decisión que antes. Sin preocuparme de nada excepto yo misma. Sé que dentro de poco tiempo ya no compartiremos camino. Y tú me has aportado más dolor que alivio.
Una vez te confesé que yo pensaba pasar por esta broma de mal gusto que es la vida disfrutando al máximo, sufriéndome al mínimo. No me arrepiento de tal confesión, ya que quien avisa, no es traidor.

No voy a ignorarte, ni a odiarte, y mucho menos olvidarte. No tengo claro qué hacer, necesito algo de tiempo. Charlar conmigo misma y con mi almohada. Recordar todos esos momentos que hieren como un ácido. Analizarlos, estudiarlos. Lo sé, es algo frío e insensible ponerse a racionalizar vivencias cuando las emociones recorren una pista de trapecismo pero yo soy así. Fría de normal. Congelada cuando los ánimos se derriten.

Te prometo que descubriré cuanto de verdad había en nuestras conversaciones, en nuestras miradas, en nuestra amistad. Te juro que averiguaré hasta qué punto me soportabas por cordialidad y en qué rincón de tu espíritu empezaba la parte de ti que deseaba mi compañía.

Patético. Patético. Patético.

Pero o analizo hechos irrefutables y alcanzo, mediante este estudio, un estado de serenidad que ahora me resulta insoñable o me golpeo contra la pared hasta perder el sentido. De ambas formas, llegaré a un pseudo-nirvana que me ayudará a sobrellevar todo esto.

Día 2, allá voy. No tengo más palabras para recibirte. Tan sólo te suplico que me des una tregua. Basta de estrés. Sólo quiero tranquilidad para pensar en esto. Para reconstruir mi ánimo y mi muralla piedra a piedra. Para volver a ser fría.

0 comentarios: